La pesca de embalse como espacio femenino
Resumen: En este artículo se estudia el arte de las mujeres pescadoras en una familia de Arecibo. A través de entrevistas a los distintos estratos de la genealogía familiar, la autora describe cómo la parte femenina de toda su parentela ha desarrollado el gusto y la maestría de esta práctica, que no solo ha sido un pasatiempo, sino también una forma de sobrevivencia de su entorno familiar
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La pesca de mar ha sido un medio de sustento por siglos para la población puertorriqueña. La pesca en embalses es una práctica no tan antigua, pero de costumbre en mi familia. Claro, también da sustento, pero en general es lo que ha unido a mi familia paterna por cuatro generaciones. Es a través de esta actividad que se define el grupo folclórico que describiré en este trabajo. El grupo de mi familia reconoce su tradición de pescar en los embalses y forman prácticas que integran técnicas variantes de pesca. Parte esencial de esta práctica es el hecho de que son las mujeres quienes ejercen el timón de lo que allí se dicte. Fue mi bisabuela la que comenzó el proceso y ha sido su ímpetu el que ha trascendido en las otras mujeres de la familia. Esto ha creado un espacio de charla y liberación para muchas de ellas en torno de la naturaleza y sus contornos. Se crean entonces aportaciones a otras mujeres sobre los aspectos familiares, pero también de independencia en conocer cómo sustentarse en alimentación y medicina. Es por ello que las personas entrevistadas han sido mujeres en mi familia que participan de esta práctica y anécdotas de mi abuelo, quien recuerda más concretamente sus experiencias con su madre Doña Milla.
La primera entrevistada es mi abuela, Doña Carmen, de 85 años, empleada de comedor retirada, quien junto a su esposo ha continuado y perpetuado la tradición. El segundo entrevistado fue mi abuelo, Don Luis, de 81 años, guardia penal retirado, quien vivió experiencias de pesca con su madre y las recordó para este trabajo. La tercera entrevistada fue mi tía Melisa, de 53 años, quien es maestra y una de las figuras más relevantes en la pesca de familia, por su pasión hacia la pesca y su habilidad. La cuarta entrevistada fue mi prima Stephanie, de 28 años, quien trabaja como fitopatóloga y participa asimismo de la tradición. Cabe destacar que las entrevistas se realizaron tanto en conjunto como individuales. La familia Aponte, mi familia paterna, de la cual surge dicho grupo, proviene de la zona montañosa de Arecibo, casi Utuado, del barrio La Planta. El barrio lo denominaron así los españoles por ubicarse allíuna planta de generación de energía hidráulica. Además, fue parte de un área de vivienda para los esclavos y luego para los trabajadores de la caña. El embalse más cercano es el Lago Dos Bocas de Utuado, el cual se construyó para la época del 40, representando una forma de comercio y obtención de comida. Durante este tiempo, la pesca fue una de las cosas que permitió que mi bisabuela, Doña Milla, pudiera darles de comer a sus hijos. Es desde entonces que se comenzó por establecer la práctica como parte de un grupo folclórico femenino. La abuela Milla pescaba con sus hijos mayores para traer comida a la casa y en ocasiones vender el pescado o intercambiarlo por lo necesario. Este proceso de integración económica a los recursos es similar en muchos países de Suramérica, donde la pesca es un sustento accesible para las familias. El mismo constituye un proceso de intercambio económico. De los 200 billones de personas en el mundo con empleos directos en la pesca y la acuicultura, el 50 % son mujeres (Godoy C. et al., 2016).Milla pasó esta costumbre a sus hijos y nietos, integrándolos en la red económica o simplemente de sustento. De sus hijos/as, mi abuelo la adoptó como rutina y mi abuela se incluyó en esta, ya que era de la misma zona y conocía la pesca de embalses. Entrevista a abuela Carmen Navarro Quiles
De enero a julio, la familia se reúne en varias ocasiones para acampar y pescar. Esto debido a que de septiembre a diciembre la familia se encarga de cazar. La pesca se realiza en distintos lagos: Lago Dos Bocas, Guajataca (San Sebastián, Quebradillas e Isabela),Caonillas (Utuado), Guayo (Castaner, Lares), Toa Vaca (Villalba), siendo los más predilectos Dos bocas y Caonilllas por su cercanía al área de residencia. La primera entrevista se llevóa cabo el 12 de marzo a mi abuela en su residencia, en lo que ella llama su casita, un área en el patio rodeada de árboles y flores que ella cuida con celo. Para ella, este es el área favorita de su casa, ya que es un lugar alejado del quehacer cotidiano del hogar y es como entrar en otra casa de relajación y belleza natural. El diminutivo para ella entabla una relación de cariño más estrecha entre el lugar y su persona. Fue en esta entrevista en la que se discutió sobre la pesca y las técnicas que se emplean. En los lagos antes mencionados se pescan peces como: los tucunarés, las lobinas, las chopas, los barbudos y las tilapias. Cada uno se pesca empleando técnicas distintas y a veces carnadas diferentes. En escritos sobre la pesca se describe que “La pesca es una práctica de variantes alternativas, técnicas y resultados, siendo la obtención de sustento y recurso económico el principal motor para los pescadores” (Vellard J. A., 1908). Antes, para la época de mi bisabuela, lo más común que se utilizaba era el bambú o las botellas de vidrio con hilo de pescar y culebrillas de carnada. Ahora existen cañas de pescar con su hilo y se utilizan carnadas artificiales, aunque aún se utilicen culebrillas. Todo depende del pez que quieras pescar y la técnica que sea más conveniente. Desde tirar la carnada, dejar correr y halar continuamente, en el caso de las lobinas, hasta dejar correr el hilo con la carnada solamente, como en el caso de los tucunarés. Es empleando estas técnicas que se logran pescar buenas cantidades de peces de lago para comer y se practica la actividad de pesca con la que se divierte la familia, además de que se ayuda a otras familias y personas que coinciden con nosotros en los lagos.
Esto muestra la transmisión de conocimiento práctico a través de la tradición y cómo influye en ocasiones en la vida de otras personas. Como dicen mis abuelos, la pesca es una forma de conocer gente y ayudarles en lo que se pueda. Así, mi abuela comenta en la entrevista que ha hecho amistades con otras mujeres, que tal vez no pescan, pero van con sus familias y comparten entre ellas. Estas mujeres se han compartido recetas, remedios y en ocasiones se han quedado como amigas por años. Dice Carmen: “Algunas de ellas se han ido a pescar con nosotros y han disfrutado en cantidad. Otras nos han prestado sus casas cerca del lago para poder quedarnos ahí y pescar a gusto”. Entre las recetas que se han compartido, existen confecciones de arroces, asopaos y empanadas, cosas que se comen a gusto en el lago o en la casa y que implican un seguimiento del aprendizaje en la práctica. En el caso de los remedios naturales, se ha hablado de anti congestionantes hechos con sábila, agua de maravilla, miel, sauce amarillo y plantas que detienen el sangrado como la malá. Así que es una manera de adquirir conocimientos poco convencionales, pero muy útiles y pasarlos a las otras generaciones. Es por esto que mediante la pesca se imparten conocimientos de todo tipo, desde preparar el pescado para comer, el cuidado personal con plantas medicinales y el cuidado de los niños. A esto se añade practicar la paciencia y la tolerancia, lo que fortalece los vínculos familiares. De los nietos de Doña Milla, mi padre y sus hermanas han conservado la práctica y se impartió a mi generación de bisnietos. Según mis abuelos, esto no fue premeditado, ellos no pretendían que algo que comenzó para su supervivencia se mantuviera vivo en nosotros, fue un proceso natural. Así que desde pequeños, mediante ese proceso, se nos ha integrado a la actividad, siendo educados en maneras y costumbres ajenas a la mayoría. En una entrevista en conjunto con mi abuela, abuelo, tía y prima en el lago Dos Bocas el 8 de mayo, en un día de pesca lleno de aroma a pescado frito, bacalaítos y sentados en círculo bajo unos bambúes, se tocó este tema. Tanto mi prima como yo opinamos de la misma forma, que estos conocimientos no son los mismos que adquieren nuestros pares. Es a esta mayoría, siendo gran parte de la población puertorriqueña, a la que se hace referencia, ya que no muchos aprenden estas costumbres y es un grupo pequeño en comparación con la población, el que pesca en embalses. Aprendemos a buscar sustento en nuestro entorno y a sobrevivir con lo que nos provee el mismo. Stephanie dice: “Estamos preparados para pasar circunstancias difíciles y es el monte nuestra mejor apuesta para sobrevivir.” Muchos de nosotros sabemos qué plantas utilizar como medicina o para comer en los ambientes húmedos del Norte, incluyendo el área de pesca. Asítambién conocemos a través de la pesca y la caza quéanimales podemos comer y que métodos utilizar para su captura. Estas son prácticas que en ocasiones parecen menos importantes, pero que realmente son muy útiles. A mí en lo personal, me han resultado bien, ya que acampo mucho con grupos universitarios del Departamento de Biología y conocer estas cosas me ha servido para ayudar a otros. Entrevista a abuelo Luis Aponte Pérez / Anécdotas sobre Herminia Pérez Ramos (Milla)
Ciertamente, esta práctica parece ser de entorno patriarcal. Son los hombres los que adquieren este conocimiento y no son tantas mujeres las que lo imparten y persiguen. De pequeña, pensaba que era una práctica de compromiso paternal, en la que mi abuelo tenía el rol principal al ser el que tenía el bote y hasta las cañas para ir a pescar o preparaba unas que se hacían de bambú. A pesar de esto, a medida que fui creciendo, me di cuenta de que realmente él proveía estas cosas porque para él era importante continuar lo que su madre había comenzado. En la entrevista realizada el 12 de marzo, mientras este trabajaba en arreglos para el bote de pesca Titán, él dejo muy clara esta distinción: defendió que fue su madre, una mujer, la que le enseñó a pescar y la que lo hizo continuar; así que para él es una práctica en la cual se debe mantener la presencia de la mujer. La pesca de orilla con cañas hechas de bambú o botellas de vidrio fue el principio y luego se fue integrando una yola. Lo que ahora se traduce a cañas convencionales y un bote en el que caben seis personas. Así que todo comenzó con mi bisabuela y para él ese recuerdo lo hace continuar disfrutando con su familia de una tradición de setenta años que reconoce a la mujer como elemento más importante. Él me indica que entiende que las mujeres son luchadoras, pues su madre quedó viuda y con seis hijos que mantener. Por ellos hizo hasta lo imposible y también por la comunidad en la que vivían. Inclusive, la pesca fue manera de salir a flote cuando las cosas no estaban bien y le enseñó el respeto que se le debe tener a la lucha de las mujeres. Por esto es que ahora comprendo que sin duda la actividad continúa teniendo un eje femenino. Las mujeres de la familia tienen un rol importante de apoyo y representación. Según María Benedetti, “estos espacios de diálogo entre mujeres son representaciones del folclor en realización, es en este espacio donde trascienden tradiciones” (Benedetti M. D. H., 1996). Ellas se encargan de la pesca mayormente, el cuidado de los niños y la cocina no es su exclusividad, de hecho la cocina mayormente le toca a mi padre. De los cinco que mejor pescan, tres son mujeres, mi abuela, tía y prima. Cuando digo mejor, me refiero a pescar en cantidades de manera que parezca fácil, como si los peces picaran desde que cae el anzuelo, sin pensarlo dos veces.
El apoyo entre las mujeres de la familia es evidente, es en este tipo de reuniones familiares donde se discuten asuntos de importancia y se comparte su sentir con todos los presentes, incluyendo si se han sentido menospreciadas de alguna forma. Siempre me pareció interesante cómo la costumbre provee este espacio de charla, en el que se dialogan temas de interés y se les da un espacio a las mujeres para que se expresen. Como dice Carmen: “Aquí se habla de todo y se cuenta de todo”. Igualmente, este espacio de comunicación abierto a todos no se da en ningún otro momento de reunión familiar durante el año. Según mi abuela: “Es en este espacio donde ellas tienen el control, porque se comparte entre todos y una gran cantidad del pescado haría falta sin ellas”. Ciertamente, se palpa cómo la costumbre gira a su alrededor. De esta actividad es que aprendí a ser más unida con mis tías, primas y abuela. Fue mi tía quien puso por primera vez una caña de hilo y bambú en mis manos, con la que no llegué a pescar nada, pero imaginaba que lo hacía. Sé que así les pasa a mis primas también. Es un momento cuando todas nos sentamos a charlar sobre cómo nos ha ido y qué problemas tenemos para tratar de resolverlos juntas. Entrevista a Melisa Aponte Navarro y a su hija Keishla
De hecho, esta tía que me dio la caña por primera vez es la misma que desde pequeña estuvo envuelta en la pesca. Melisa es la cuarta hija de Carmen y Luis, es a ella a quien le gusta la pesca y es muy buena en esto, al acampar para pescar se le puede ver desde la madrugada hasta que oscurece en la tarde pescando. Cuenta Carmen que de pequeña era quien preparaba las cañas, sacaba las culebrillas y las ensartaba en los anzuelos. Entonces, ella seguía a mis abuelos con sus manos cogiendo baldes de peces y utensilios con una sonrisa de oreja a oreja. Es la única de mis tías que se ha ido sola en bote a pescar en los distintos lagos y entiende que no hay nada mejor. La conversación con ella siempre me ha resultado amable y sencilla, por lo que en una conversación con ella en mi casa el 12 de marzo, pudimos conversar un poco más a fondo sobre su amor a la pesca. Esta conversación se dio en medio de una charla junto a su hija y mi abuela en la marquesina, sobre cómo comprar sostenes y cómo los detestamos. En medio de risas y anécdotas sobre esto, sale a relucir el detalle de que no tendemos a usar ningún sostén mientras pescamos, de ahíque concordamos en que eso es sinónimo de la liberación. En fin, a partir de esto seguimos hablando de la pesca y ella me indicó, que para ella la pesca representa eso, liberación. Es un momento en el que ella tiene el control de la situación y de lo que ocurre con su familia. Es en esta actividad integrada a su familia en la que ella ha visto el poder que tiene la actividad para unir a todos los presentes, una unión que posiblemente no se hubiese podido crear de otra forma. Dice: “Yo soy apegada a mi padre y cuando estamos juntos pescando tenemos una forma de hablar distinta. Es como si pudiéramos hablar de todo y reírnos de las penas. Nunca he podido hacer eso fuera del agua y los peces, porque se nos cría para ser discretas, a cubrir nuestros dolores y alegrías”. Además, ella pesca con su hijo mayor y ha mantenido una unión indudable a pesar de que este ya no viva en la Isla. Se hablan por teléfono de lo que el ha pescado en Estados Unidos y de lo que ella pesca acá, organizando a la vez su próxima salida a pescar en cuanto él llegue a Puerto Rico. Realmente, hay un sentido de complicidad entre todos los que realizamos la actividad, se pretende mantenernos unidos practicando la pesca. Se nos distrae de lo cotidiano y se aleja la tristeza acercando distancias. Mi primo viene a Puerto Rico y rápido busca a su madre para ir a pescar y nos reunirnos todos a compartir de lo que se nos ha enseñado y que continuamos, aunque estemos lejos unos de los otros. Melisa cuenta que es tanto el apego a la actividad que en ocasiones falta a su trabajo para irse a pescar, que prefiere perder dinero a perder la cordura. La pesca la relaja grandemente y la ayuda a manejar las situaciones que se le presentan. Esto es común para todos en la familia y sirve de vehículo para que en parte seamos personas mucho más tranquilas. “Se evitan muchas peleas pescando”, como dice mi prima Stephanie cuando se enoja con alguno de nosotros. Ella coge su paila, su caña y se pierde, llegando con peces y lista para comer, y no le importa lo que pasó anteriormente. Así que es una unión familiar y personal, porque apela a uno mismo cuando se está más relajado y feliz. Es así que también entendemos que se nos une a las mujeres de la familia en actividades que nos representan y nos mantienen cerca de quienes amamos sin restricciones. Romper con lo cotidiano resulta posible y esto trasciende lo que la sociedad impone sobre nosotras, sobre ser madres y mujeres perfectas. De eso, se pasa a ser cómplices imperfectas y ser compañeras de pesca además de madres. Es una costumbre que lleva años dando este espacio y con la cual hemos podido darles valor a nuestros esfuerzos. Al conversar con mi abuela sobre cómo era esta costumbre en su época en la entrevista el 12 de marzo, ella me cuenta que en La Planta se pescaba y se cazaba mucho en los montes aledaños. Ella me dijo: “Éramos muy pobres y muchas veces no había para comer, pero se podía buscar algo en los alrededores. El lago era bastante lejos, pero en caballos traían peces y se podían intercambiar con cosas que tútenías y le faltaban a la otra persona, así que siempre había algo para comer y era una delicia.” Cuando le pregunté sobre el momento en que empezó a pescar me contó: “Yo empecé a pescar con tu abuelo y Doña Milla, aunque yo cogía buruquenas en ríos aledaños para comer. Tu bisabuela siempre iba con Don Benjamín en la carreta al lago. Él hacía negocio por allá, por lo que se la llevaba y a veces la regresaba. A ella todos la conocían por eso y por ser la comadrona del barrio”. Ella indica que iba a pescar con ellos y traía algo a la casa. Luego, al casarse con mi abuelo, lo siguieron haciendo junto a Doña Milla y lo volvieron costumbre porque a todos les gustaba mucho. También me comentó que en momentos el pescado era lo único que se comía por días. “Había veces que era lo único que había y para beber otra cosa que no fuera agua de río, los más pequeños de la casa bajábamos del monte y a escondidas del mayoral llenábamos un marimbo de jugo de caña de azúcar. Escondidos entre las cañas las picábamos y poquito a poquito las exprimíamos para sacarle jugo.” Así que esta costumbre va más allá de una práctica para obtener alimento, sino que entiendo tiene implicaciones culturales y forma parte de lo que es mi familia paterna. La tradición de pesca en embalses en la familia es parte de una práctica que ha trascendido generaciones. A pesar de los cambios evidentes en nuestra sociedad desde sus comienzos se ha mantenido vigente. Entiendo que tiene que ver con la exposición que tenemos los integrantes del grupo desde pequeños y las experiencias vividas por nuestros parientes, además de experiencias propias que perpetúan en nuestras memorias y nuestro ser lo aprendido por esta práctica. Mi prima Stephanie indica en la entrevista: “Todos crecimos en el monte, en el lago y hemos disfrutado juntos de experiencias inolvidables. El poder aprender de manos de mi abuela a cómo sacarle las tripas al pescao y cómo prepararlo va más allá de comerlo, entra en el sentido de conversación que se entabla en el proceso.” Stephanie entiende que es el proceso de entablar conversaciones el que enriquece la práctica y permite que las nuevas generaciones mantengamos viva la tradición. Por lo cual yo pienso que el folclor es cambiante y puede de esa forma moldearse a las nuevas vertientes de la sociedad. Según Darío Blanco, “el patrimonio, el folclor, la tradición se crean, se imaginan, se desplazan, en tensión y en relación con la modernidad, las vanguardias y lo contemporáneo…” (Arboleda, D. B., 2013). Por consiguiente, la creación de este folclor está sujeta al cambio y su desplazamiento en lo moderno de la sociedad. Nosotros hemos visto cómo se han cambiado algunos de los materiales antes utilizados y cómo las conversaciones entre las generaciones han cambiado. Mientras los abuelos hablan de los bailes en el barrio, nuestros padres hablan de la vida sin teléfonos celulares, nuestra generación habla de cómo comentarán sobre la tradición en las redes sociales y toman fotografías de todo lo que en la actividad acontece. Lo que sítenemos claro es que el espacio de conversación se ha visto disminuido en la sociedad actual y nosotros conservamos este espacio en la práctica, lo que mantiene vigente las ganas de continuar el proceso. Entrevista a Stephanie Fuentes Aponte
Es así que en intercambios con mis primos, llegamos a la conclusión de que es una muy buena costumbre y única, ya que no todas las personas que pescan en los embalses se reúnen de esta forma a compartir. Necesariamente, no le dan tanto lugar y énfasis a un espacio de solidaridad y entendimiento. Es lo que nos une y nos permite llevarnos bien, aunque no tengamos las mismas ideologías o pensamientos. A lo que se añade que sin darnos cuenta se da este espacio de expresión en el cual nos consolamos y también nos desquitamos de haber alguna molestia entre nosotros. Especialmente, las diferencias que se dan entre los chicos y las chicas. Es hasta divertido escuchar lo que nuestras tías y abuela tienen que decirles a sus maridos sobre las cosas que les aquejan sobre ellos y a veces los nietos/as e hijos/as nos llevamos un regaño también. De hecho, cuando se lleva a alguien ajeno, que resulta ser pareja de alguien, se le muestra esta actividad y siempre les impresiona cómo nos hablamos tan abiertamente. Entre platos confeccionados con pez de lago y cervezas se dicen muchas cosas interesantes y se aprenden cosas importantes que a veces no percibimos, pero que se adentran en uno y forman parte de lo que se es como persona. Es una tradición que permite el reconocimiento del grupo como parte de un ente social. Es parte de una cultura que utiliza los recursos naturales y crea pertenencia a los mismos, algo importante en un país como el nuestro bajo su situación política. Además de crear un espacio para las mujeres y su expresión en un área que no es muy conocida por ello. Pensar que la costumbre se acabe no pasa mucho por nuestras mentes, más bien nos gustaría seguir pasándola a la próxima generación y ya algunos de mis primos han traído a sus hijos/as. Quién sabe, tal vez dure algunas generaciones más. ¡Ojala así sea!
FOTO DE PORTADA (Header) Cape Verde Women Cleaning Fish tomada por Roan Retera y modificada por Raúl J. Feliciano Ortiz.
Bibliografía
Arboleda, D. B. (2013). El folclor y el patrimonio frente a la hibridación y la globalización en la música colombiana. Tensiones tradicionalistas vs. modernizadoras: políticas culturales, poder e identidad1. Boletín de Antropología, 28(45), 180.
Benedetti, M. D. H. (1996). Sembrando y sanando en Puerto Rico: tradiciones y visiones para un futuro verde. Verde Luz. Godoy C., Mojica H.O., Ríos V.M., Mendoza, D.H. (2016). El rol de la mujer en la pesca y la Acuicultura en Chile, Colombia, Paraguay y Perú. Santiago, Chile.http://www.fao.org/3/a-i5774s.pdf Vellard, J. A. (1908). Folklore de los pescadores del Lago Titicaca. AFA, Volumen 3(1945), 81(88), 15.http://www.bibvirtual.ucb.edu.bo/etnias/digital/106001983.pd |