REVISTA MIRADERO
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Mujer y sanación 

Christopher Méndez Rodríguez
Resumen: Doña Auria Acevedo Brignoni, conocida como doña Aya, es una mujer sabia que comparte su sabiduría como parte de un apostolado religioso. Cura la culebrilla con un saber folclórico a través de plantas y tintura violeta. Doña Aya ha querido compartir su oficio con las nuevas generaciones para que este no muera, pero ha visto cómo el desinterés por esta práctica puede hacerlo desaparecer.
PicturePlanta de hinojo (suministrada)
Las mujeres sanadoras eran reconocidas como “mujeres sabias” y durante mucho tiempo fueron la única atención médica al alcance de los pobres y de las mismas mujeres. Desde el principio, estas mujeres eran las médicas de nuestros antepasados y fueron las primeras comadronas y anatomistas. Durante siglos fueron médicas sin título, aprendían unas de las otras y se transmitían sus experiencias de madres a hijas o entre vecinas. 

Interesado en la labor y función de las mujeres sanadoras, me acerqué a la Sra. Auria: mujer reconocida dentro de su comunidad y entre mi familia como una sanadora de la varicela. Me propongo dar a conocer la sabiduría de Doña Aya para curar de forma natural y gratis. Lamentablemente, este saber se ha ido perdiendo con los años. Aunque en Puerto Rico, igual que en otros lugares antiguamente, las personas acudían a los curanderos y a las curanderas, con el tiempo y con la presencia de la medicina institucionalizada, las personas abandonaron esa práctica. 

 El propósito de mi investigación es que tengan conocimiento de lo que personas como Doña Aya hacen para curar a personas afectadas de una forma natural y libre de costo. Además, ella comparte sus remedios caseros para el proceso de la curación. Lamentablemente, las personas que han tenido talento como este han disminuido con el transcurso de los años.

​Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los EE.UU (MedlinePlus), el herpes zóster es una enfermedad causada por el virus de la varicela zoster, el mismo que causa la varicela. Después de tener varicela, el virus permanece en el cuerpo. Puede no causar problemas durante muchos años. A medida que envejece, el virus puede reaparecer como herpes zóster.

Soy consciente de que en años anteriores carecíamos de médicos y cuando alguien se enfermaba, acudía a visitar a los curanderos de nuestro pueblo o de pueblos limítrofes. Pero con el transcurso de los años las personas han dejado de visitarlos y de darles la importancia que estos se merecen. Esto se debe a que hay personas preparadas en el campo de la medicina.

Mi primera noticia sobre el saber de Doña Aya viene a través de la experiencia de un familiar. En una ocasión mi hermano Japhet Méndez Rodríguez se enfermó de varicela zoster conocido como “culebrilla”. Su dolor era tan fuerte que lo llevaron al médico y este le recetó unos medicamentos. Con el transcurso de los días seguía con la infección, una persona lo vio y le recomendó a una señora que tenía el don de curar, en especial esta condición, y así fue como él llegó a casa de Doña. Aya. 

PictureDoña Aya (suministrada)
Auria Acevedo Brignoni (Aya) nació el 23 de julio de 1931, en el barrio Hato Arriba de San Sebastián. Estudió hasta noveno grado en la escuela Segunda Unidad de Hato Arriba. Contrajo nupcias el 6 de diciembre de 1955 con el Sr. César Serrano. Doña Aya dedicó toda su vida a ser ama de casa, aunque en ocasiones realizaba algunas costuras. Gracias a la información que me dio Eunice González llegué el 16 de marzo de 2017 a la casa de Doña Aya. Tras varias horas de estar hablando con Doña Aya, ella empezó a comentarme que cuando tenía 23 años, su papá enfermó con culebrilla y a casa de sus padres llego una viejita de nombre María Arocho que era buena y muy religiosa. 
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Mientras curaba a su papa, notó el interés que había demostrado en el procedimiento y decidió enseñarle todo lo necesario para que ella aprendiera. Inmediatamente, ella aceptó  aprender. Doña Aya buscó consejería de sacerdotes y médicos y estos la exhortaron a que lo realizara. Así fue como se motivó aún más, ya que de esta manera podía ayudar a los demás, esto iba acorde con su afiliación a un grupo de su iglesia católica que se llamaba Legión de María, cuya misión era ayudar desinteresadamente a los demás. Su empeño por aprender era tan grande que lo aprendió en un solo día y para evitar que se le olvidara lo anotó en una libretita. Me llamó la atención que Doña Aya realiza sus curaciones en su casa, pero si una persona está en cama ella va y lo visita, gesto que me conmovió pues pude ver una persona sensible y dadivosa. Ella ayudaba a todas las personas, aunque no las conociera y jamás cobró por lo que hacía.

La sanadora compartió conmigo su procedimiento. En primer lugar, pedía a la persona enferma que se bañara, que utilizara ropa fresca y cómoda. En un vaso desechable, preparaba una mezcla de vinagre con yerba de hinojo. Frotaba esta mezcla en toda el área afectada y luego procedía a marcar el área con una tinta china o solución violeta. El propósito de marcar el área era que la infección no se corriera y este procedimiento se repetía cada dos días hasta que se secara. 
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De los ingredientes que mencionó Doña Aya me llamó la atención el hinojo, ya que tenía una forma inusual y un olor bien fuerte. Me di la tarea de buscar información a través del internet. Encontré que el hinojo es una planta medicinal nativa de la región costera del mediterráneo que sirve para tratar diferentes dolores y condiciones. Además, ayuda a reducir el apetito, mejora la visión y combate el mal aliento. Doña Aya siempre lo ha usado como parte de su receta original, la que no ha cambiado con el pasar de los años. 

La sanadora lamenta que en varias ocasiones ha intentado enseñar este arte de curar a otras personas, pero no ha tenido resultados.  Cree que esto no va a cambiar porque muchas personas se molestan y no le prestan interés. Pero, igualmente halagada y conmovida, me comentó que hay médicos que le envían sus pacientes infectados con culebrilla para que ella los cure, tarea que aun con sus 86 años realiza con dedicación, amor y mucha fe. Con la ilusión de que esta práctica no desaparezca fue que aceptó mi entrevista. Doña Aya solo se ha dedicado a la cura de culebrilla, ya que me comenta que curar otras enfermedades requiere de unos conocimientos y de otras destrezas que lamentablemente ella no practicó.

Mujeres como Auria curaban a nuestros padres y abuelos. Tengo el testimonio de José Iván Méndez, por quien la conocí, según mencioné anteriormente. Cómo llegó él a la sanadora es parte de este proceso de transmisión oral:  ̋Cuando se enfermó mi hijo con la infección de culebrilla, una amiga que también se había infectado, tuvo la experiencia de ser curada por Aya y fue quien me la recomendó. Cuando me acerqué a la sanadora esta se mostró creyente en su fe, segura de lo que iba a realizar y muy cariñosa con mi hijo. Cualidades que me ayudaron a confiar en ella, pude observar que las facilidades en donde hacía sus curaciones eran limpias y organizadas.  Para mí ésta experiencia fue positiva y agradable. Recomiendo el trabajo que personas como Doña Aya realiza[n]”, comentó José Iván Méndez. 

Mi experiencia con Doña Aya al realizar este trabajo me ha permitido tener una visión más clara y completa sobre lo que son las mujeres sanadoras. Aprendí cómo mujeres como ella han contribuido a mejorar la salud de personas que han contraído enfermedades que tienen cura más allá de la clase médica. De igual manera siento, como ella, tristeza porque personas a las que ella ha querido enseñar no le han puesto ningún interés, cuando esto es beneficioso para los demás. Fue una experiencia única y pude comprobar que la humildad, la fe y la dedicación hacen que la cura sea más efectiva para las personas. Con este acercamiento personal y afectivo pudimos ver la diferencia de la atención médica que reciben los pacientes en un consultorio. Siendo, además, un procedimiento natural y espontáneo, es un conocimiento que es importante preservar. Publicarlo a través de este trabajo debería ser un medio alternativo para traspasarlo y conservarlo. Al menos, es la intención de doña Auria. ¡Ojalá que así sea!

En resumen, “mujeres sabias”, eran las médicas en nuestros antepasados, ellas llegaron a ser las primeras médicas, comadronas y anatomistas de la historia.  Durante mucho tiempo fueron la única atención médica al alcance de los pobres y de las mismas mujeres.  Auria Acevedo Brignoni, conocida como Doña Aya, es una persona que con sus remedios naturales cura la varicela zoster conocido como “culebrilla”. Para mí es preocupante que en un futuro no haya “mujeres sabias”, ya que, en varias ocasiones, Doña Aya, ha intentado de enseñar este arte de curar a otras personas, pero no ha tenido resultados.

Textos citados
"Medicina-naturista." Medicinanaturista.net. 2013 Web. 2 de mayo 2017.
"Medicina Natural." Geosalud.com. 2014 Web. 9 de mayo 2017.
​"Bienvenidos a Medicina Natural." Template Medicina Natural. 2011 Web. 14 de mayo 2017.

FOTO DE PORTADA (Header) Cape Verde Women Cleaning Fish tomada por Roan Retera y modificada por Raúl J. Feliciano Ortiz. ​
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