Sobre el té y mis mujeres:
Curación folclórica entre generaciones
Resumen: Meléndez estudia el té como una práctica de folclor familiar en tres generaciones de mujeres en su familia. Explica los orígenes de las tradiciones del té, así como los beneficios de este para la salud corporal y hasta el alivio del estrés. Además de fijarse en los diferentes usos que su familia le ha dado al té, nos advierte de las adaptaciones que las nuevas generaciones le han hecho a esta práctica. Incluye una lista de remedios asociados al té.
No recuerdo cuándo fue la última vez que mis protestas de que tengo un dolor de cabeza no fueron detenidas con una taza de té para aliviarlo. No recuerdo la última vez que un dolor de regla no lo alivié con solo unas cuantas tazas de té. El té en mi familia se ha vuelto un tipo de folclor familiar de manera pausada, pero nunca se le ha reconocido de por sí como expresión folclórica dentro del círculo familiar. El té se ha vuelto un eje central de solución de problemas de salud entre nosotros mismos. Para mí, el té es algo extraño como para sentir que es parte de la identidad propia, pero siento que de alguna manera rara se ha vuelto parte de la nuestra y la mayoría de nosotros no lo ha sabido reconocer.
Los tes han sido usados desde hace siglos en tradiciones de grupos folclóricos por todo el mundo. Por ejemplo, en Japón hay culturas donde el servicio de té es visto como un trabajo de honor femenino. El té en este caso particular es una tradición japonesa que exalta la tradición y promueve la herencia (Reider, N. T. , 2015). El té también tiene un “look” revolucionario, la curación con hierbas se vio por mucho tiempo como conocimiento de brujas. Es una tradición vieja pero llena de conocimiento vasto e importante para gente dentro y fuera de su grupo folclórico (A. Barranco). Pero dentro de mi familia el té toma otro rol y otro significado. El té que yo aprendí a tomar y el que se toma dentro de mi familia también tiene su particularidad. No se usa como bebida de placer, sino que es una medicina alternativa a los fármacos. Por ende, lo que nosotros hacemos no son esas bebidas calientitas, dulces y placenteras que la mayoría de la gente asocia con la palabra té. Son más bien preparaciones de hierbas en agua, sin azúcar, con el propósito de curar o aliviar algún padecimiento, preparación que también se le ha denominado como guarapo puertorriqueño. Claro, muchas veces las combinaciones de hierbas pueden ser muy deliciosas, pero su propósito principal no es el de dar placer sino el de dar alivio. Por esa razón, este tipo de bebida se debe aprender a tomar y a encontrar placer en ella, ya que aunque nuestro paladar no siempre esté feliz con su sabor, el cuerpo siempre nos agradece sus beneficios. Aun así, el uso particular de mi familia me hace preguntarme si nosotros hemos usando el té de maneras iguales durante los años o si cada generación ha cambiado su uso del té para reflejar sus necesidades particulares. Dentro de mi familia hay prácticamente 3 “generaciones del té” que actualmente practican el uso del té como eje de curación. La primera generación es mi abuela, ella aprendió a hacer sus tes y los ha hecho de la misma manera por más de 50 años. Ella ha convertido su mente en prácticamente un atlas de té y sus propiedades curativas. La segunda generación es la de mi madre, su manera de llegar a la curación con tées un poco más peculiar que la de mi abuela, mi madre no es Meléndez, así que no creció con los tes de mi abuela. Su manera de aprender fue una combinación peculiar de buscar en el internet, recoger experiencias de sus pacientes y observar a mi abuela en su elemento. Las maneras de estas dos mujeres de hacer el té no podrían ser más diferentes, pero su eje es más o menos el mismo, una respuesta primaria natural antes que ir a los medicamentos. La tercera y última generación somos mis hermanas, mis primas y yo. De nosotras cinco, la más fiel al té soy yo. Lentamente aprendí a hacer los tes como los hacía mi mamá y luego empecé a hacer cosas yo sola para ver cómo me salían. Hoy en día, incorporo elementos de ambas generaciones previas a mí para perfeccionar los tesa mis necesidades y estilo de vida particular. Y eso es lo maravilloso del arte de aprender a usar el té. Luego de que sabes, lo modificas para que se ajuste a tu estilo de vida. La primera generación: la abuela
El día que entrevisté a Milagros Velázquez fue un domingo caluroso de marzo en el barrio Caimito en San Juan, Puerto Rico. La casa, que ella normalmente mantiene con las ventanas cerradas, costumbres de mi difunto abuelo que ella mantiene más por tradición que por alguna otra razón, tenía las ventanas abiertas llenando el comedor y la sala de luz y un poco de ventilación. Desde la mesa de cristal alrededor de la cual nos sentamos, se observaban las fotos en su gabinete de sus hijos, sus nietas y un cuadro de Cristo que ella mantiene sobre un corredor que ella misma tejió hace un tiempo. Allí luego de una pequeña conversación sobre a qué hora yo iba a regresar a Mayagüez empezamos a hablar de cómo mi abuela comenzó a hacer té.
Milagros Velázquez o abuelita Milagros, nació en el barrio Caimito en la misma casa donde se crió y aún hoy vive. Ella vio el uso de los tes por primera vez con su madre, la cual los hacía para dárselos a sus hijos cuando no estaban en buen estado de salud. Cuando ella vio los beneficios que traía el té, entonces empezó a hacerlo sistemáticamente. Ella cuenta que aprendió a hacer el té de malagueta para su garganta y aun hoy día cuando siente la garganta rara se toma un poco de té y en sus palabras nunca le da catarro. Ella usa otros tes (más tes en el apéndice) frecuentemente, como el de guanábana que usa para el estómago y me mencionó que dicen “las malas lenguas” ayuda a combatir el cáncer. Luego de decir esto se quedó seria por un momento diciendo que si ella hubiese escuchado sobre los beneficios oncológicos de la guanábana le hubiese dado mucho té a mi abuelo cuando estaba en vida. El procedimiento que ella usa para hacer el té es bastante sencillo, pero toma tiempo. Primero toma las hojas, las lava, luego pone el agua a hervir y cuando ya esté hirviendo entonces echa las hojas y las deja ahí hirviendo un rato. Cuando lo apaga, lo tapa y lo deja toda la noche ahí tapado hasta el otro día y después de que lo pasa a un recipiente echa algunas hojas dentro del té. Esa cantidad le da para varios días. Ella recalcó aquí que solo se puede guardar el té en recipientes de cristal no de plástico, lo cual encontré muy particular. Cuando investigué más profundamente descubrí que se debe de guardar en cristal porque el plástico daña la integridad química de los compuestos en el té. Cuando le pregunté si ella había cambiado el procedimiento de como lo hacía su madre me dijo que no, solo que ahora ella hierve el agua antes de echar las hojas. Más tarde me comentó que aunque hay muchos medicamentos que vienen de plantas, jamás van a ser tan puros como lo que puedes sacar de un té. No obstante, ella toma medicamentos, siguiendo las direcciones médicas y con mucho respeto. Luego dijo que ella quisiera ser farmacéutica solo para poder darle a la gente medicamentos que arreglen sus problemas de salud y ya, no que arreglen una cosa para dañar otra. Ella mencionó cómo el té es una tradición que ella espera que continúe y como ha inculcado en su familia un conocimiento básico sobre los remedios naturales. Abuela es fiel creyente de que ella le ha pasado su conocimiento a sus nietas y a su hija. Cuando le pregunté sobre el asunto me recordó un incidente que ocurrió cuando mi hermana menor tenía alrededor de 8 años. Mi hermana le comenzó a decir a mi mamá que quería té rojo para el dolor de estómago como le daba abuela Milagros. Mi mamá quedó un poco confundida porque lo que llaman té rojo es un té con alto contenido de cafeína y mi abuela no toma cafeína. Luego de que mami compro el té rojo a mi hermana, cuando le fue a preguntar a mi abuela como ella hacia el té rojo para mi hermanita, fue que descubrieron que lo que mi hermana llamaba te rojo era té de hoja de malagueta, el cual tiene un color rojizo. Mi abuela siempre cuenta esa historia muy orgullosa que desde temprano nos empezó a enseñar sobre los usos medicinales del té, aunque no supiéramos el nombre. Además de pasarle su conocimiento a su familia abuela Milagros también les pasa su conocimiento a sus amistades. Ella dice que cuando alguien le cuenta casualmente lo que tiene ella siempre le hace una recomendación de algún te que deberían tomar. Dice que si en el momento tiene el té, porque ella carga con potes de té para arriba y para abajo, le da el pote de té a la persona o luego le da las hojas para que esa persona lo pueda hacer en su casa. Cuando da las hojas o hierbas da las instrucciones específicas de cómo preparar el té para tomarlo y así también pasa su conocimiento a otras personas. La segunda generación: la madre
Sara Pérez nació en el pueblo de Mayagüez un 15 de mayo hace solo 50 primaveras. Se crió de pueblo en pueblo ya que era hija de pastor adventista y esto significaba muchas mudanzas en pocos años. Estudió premédica en el CAAM y medicina en la escuela de medicina de la UPR especializándose en otorrinolaringología. A los 30 años, luego de tener su primera hija comenzó a ejercer su profesión.
Es interesante notar que mami ha aprendido mucho de conocimiento por escuchar a los demás hablar de diferentes remedios y luego ella probarlos en ella misma. También se pone a hacer mezclas de té para ver si puede hacer infusiones que combatan muchos síntomas específicos a la misma vez. Asimismo, es importante notar que mucho de su conocimiento no viene solo de otra gente sino también del internet. Cuando ella tiene alguna duda sobre el uso real de un té, sus contraindicaciones o distintas infusiones que puede usar para un padecimiento, el internet ha probado ser una fuente confiable de información. Esto hace el conocimiento de mami diferente al de abuela, porque mientras abuela aprendió todo su conocimiento de su madre y de gente a su alrededor, mami ya está en una generación que tiene un recurso más para aprender de estos conocimientos no formales. El procedimiento que ella usa es aún más simple y rápido que el de abuela Milagros, esto es otro paso en el que sus dos procedimientos se diferencian. Mami pone a hervir el agua en una tetera eléctrica y mientras esto ocurre en una taza va echando la bolsita de hierbas que necesite y si va a hacer alguna mezcla a mano usa un “tea ball” y lo llena con las hierbas u hojas que sean necesarias, luego echa el agua hirviendo en la taza lo deja reposar por 5 minutos y ya está listo para servir. Ella no cree en guardar el té porque algunas sustancias beneficiosas son volátiles y se evaporan al dejarlo enfriar, así que hace suficiente para una sola vez. Aunque el procedimiento de la segunda generación es más rápido y evita que se evaporen sustancias beneficiosas, el de la primera le da más tiempo a la hoja para sacar en solución las propiedades benéficas de la planta. Es particular el hecho de que mami, aunque es médica, es muy partidaria de la medicina alternativa. Ella ha tratado de inculcar esta creencia en la medicina alternativa en sus hijas, desde pequeñas nos ha enseñado un sistema en el cual los medicamentos son la última opción para nuestro mejoramiento. Una técnica que ha funcionado, ya que nunca había tenido que ir a un hospital hasta que me mudé de mi casa y en mi segundo año de universidad tuve complicaciones de salud. Ella comparte su conocimiento y sus bolsitas de té como si nunca se fuesen a acabar. Mami siempre le da opciones naturales a la gente cuando la van a consultar de algún problema de salud fuera del espacio de una oficina. Sus consultas de té siempre vienen acompañadas de datos científicos que por alguna razón les dan paz mental a sus feligreses y amistades a quienes se lo recomienda. Ella ha hecho una simbiosis interesante entre su conocimiento médico y científico y su conocimiento sobre remedios naturales para diferentes padecimientos. Aunque sus métodos no siempre son ortodoxos, la mayor parte del tiempo son efectivos. La tercera generación: la hija (yo)
Yo soy Ámbar Meléndez, amante de la naturaleza y fiel creyente en la habilidad curativa del té. Antes yo era la primera que cuando tenía dolor de regla y mami me traía un té en vez de una pastilla pegaba el grito en el cielo. Luego de algún tiempo decidí darme la oportunidad de probar el té y realmente resuelve muchos síntomas molestosos en mi vida. No puedo decir que tomar té es una poción mágica que te cura de todos los males, pero sí es una buena herramienta para el alivio de dolores.
Yo aprendí a hacerme los tes justo antes de mudarme para Mayagüez, ya que ese era mi resuelve cuando empezaba a sentir una gripe venir de camino. Mami me enseñó su método con la tetera eléctrica, pero como yo no tenía tetera hice un híbrido entre el de mami y el de abuela Milagros y hasta el día de hoy ha sido un éxito total. Trato de que siempre que empiezo a sentir un síntoma tomarme mis tes solo por el hecho de que mientras más esperas más difícil va a ser tratarlo con o sin medicamentos. Mi manera de compartir mi conocimiento no es muy experimentada porque no llevo mucho tiempo practicando el hacer té, pero lo que sé lo comparto. Cuando mis amistades me visitan y me cuentan lo que tienen, si tengo las herramientas para hacer el té que necesitan se lo hago ahí mismo. Si no tengo las herramientas para hacer el té en el momento les doy instrucciones explícitas de lo que tienen que hacer para llegar a hacerse ese té. Yo creo que todo el mundo debería tener acceso a poder aprender sobre los tes si así lo desean. Mi tradición de té todavía está empezando, pero tiene un futuro brillante de frente. Tres generaciones, una taza Muchas veces no puedo describir mi amor por el té porque cuando uno lo dice suena demasiado raro. Mi amor por el té se centra en que no solo llega a representar curación para mísino también conocimiento familiar, costumbres de familia. Costumbres tan familiares que hay anécdotas que se cuentan dentro de la familia centradas en el té curativo y nuestras historias, normalmente jocosas, con él. El té se ha vuelto para mí, quizá de una manera exageradamente idealizada, en un símbolo de mi hogar y mi familia especialmente ahora que estoy lejos. Es que como grupos folclóricos muchas veces se nos hace difícil no idealizar a nuestro grupo cuando estamos alejados de ellos como si el objeto nos pudiera volver a traer ese sentimiento de comunidad y pertenencia. El té probablemente no revolucione al mundo, pero la resistencia a la homogenización de nuestra cultura incluye preservar cosas así. Métodos no ortodoxos de ver las cosas, conocimientos no formales y expresiones distintas de lo que es la “cultura” y el “folclor” que se enseña en la escuela. El pasar conocimiento de generación en generación envía un mensaje que dice “ustedes nos son los únicos que nos educan, nosotros también nos educamos entre nosotros”. El té es uno de los muchos ejes de cultura no formal que de forma distinta puede formar parte de nuestra identidad personal y luego nuestra identidad de comunidad. Los tes y sus usos
FOTO DE PORTADA (Header) Cape Verde Women Cleaning Fish tomada por Roan Retera y modificada por Raúl J. Feliciano Ortiz. Bibliografía
Barranco, A. (2012). Solo para brujas. Contenido, (589), 106-110.
Reider, N. T. (2015). Chanoyu: Following Ceremony to a Tea. Phi Kappa Phi Forum, 95(1), 32-33. * Foto tomada por Marco Verch |